Toda la vida creí que el ser humano nacía con la incapacidad innata de atrapar mosquitos (las moscas también caen en la volteada; los matamoscas -- o palmetas, como decía mi abuela -- también, ya que cuentan como una extensión de la mano). No era nada del otro mundo; simplemente no podía realizarse.
Pero luego del desvelo que me produjo un mosquito anoche, precisamente a las 3:00am, me puse a pensar seriamente en la pregunta planteada al comienzo de esta entrada y llegué a una conclusión muy científica: el rápido (auque por demás inútil) movimiento de la mano genera una corriente imperceptible para el humano, pero de fuerza aceleratoria increíble para el insectillo en cuestión. Por lo tanto, siendo A la velocidad de movimiento de nuestra mano (expresado en cm. x seg), B la fuerza aceleratoria generada, y X la distancia a la que mandamos el mosquito con todo este aleteo obtenemos el siguiente resultado:
37 x 1.59999999 : 59.19999993cm
O sea, cuando ven un manchón de sangre con un puntito negro al medio, no es que alguien logró aplastarlo con la mano, sino que le dio un aventón que resultó en suicidio involuntario.

Boas noites.
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