lunes, 29 de agosto de 2011

El día que me caiga del pedestal...

... en el que me tienen los gordos, me va a doler. Mucho. Como todos los niños, Mati y Meli tienen una percepción un tanto distorsionada de la realidad en lo que se refiere a los "poderes" que tienen sus padres.

Para ellos, Goldy nunca se cansa, puede arreglar todo -- to-do --, tiene fuerza para levantar lo que sea y llega a cualquier lado alto sin necesidad, siquiera, de ponerse en punta de pie. Además, le salen bien los sapucai y lo pican las yararás y sobrevive. (Epa... tan errardos no están... Nota mental: "revisar urgente el ropero de Goldy... pueden aparecer capa, calzas y zunga").

Por otro lado, creen que yo nunca me canso, que soy la mejor cocinera del mundo, que tengo las respuestas para todo y que soy "re-capa" y maga porque sé que arrancaron cebolla de verdeo de la quinta para comer como chicle ¡sin que los haya visto! (todavía no saben que mi súper poder camuflado es el olfato, claro).

En fin, ser súper héroe cansa. Mucho. Uno de estos días les digo que necesito una cura de sueño, que mis mejores comidas son las que me dejó la abuela en el freezer y yo descongelé, que las respuestas las busco en Google y que, como a Súperman con la kriptonita, el día que empiecen a usar "Listerine", se van a poder bajar la caja de golosinas que tan celosamente tengo guardada en el fondo de la alacena de una sentada y yo ni me voy a enterar.

Y de yapa, les digo que Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón Pérez no existen.

- Che, ¿quién está de guardia para salvar al mundo esta noche?
- Vos. Anoche me tocó a mí.*

* - Che, ahora que Meli está dejando los pañales ¿quién se levanta a la madrugada para cambiarla si se hizo pis? 
- Vos. Yo anoche me levanté a calmarlo a Mati que había tenido una pesadilla.