Ley de la proporcionalidad inversa.

Lejos está de mí el conocimiento y buen uso de la matemáticas. Y más lejos aún está la certeza de que dicha ley realmente exista o que, al menos, se la denomine de tal manera.

Me aterra pensar qué puedan decir los entendidos con respecto a semejante barrabasada. Me viene a la mente la imagen de Silvia G. o Marta C., leyendo esto y simultáneamente cayendo de espalda. Si este fuera el caso, recuerden que soy una simple “teacher de inglés” que lo único que quiere es explicar un tema… (jua, jua, jua).

Pero bueno, el caso es que he descubierto que en la relación padres-hijos, hay ciertas leyes que son invariables, y que cuyos elementos son inversamente proporcionales. (Guau, me asombro de mi misma ante tal aparente dominio del tema…). No importa en qué familia uno se encuentre o en qué contexto, la ley se cumple.

Algunos ejemplos:

*La habilidad y creatividad de un niño para preguntar es inversamente proporcional a la capacidad (o deseos) de un padre para responder. Ej: “Mamá, ¿por qué la agujita del reloj gira para ese lado? “Porque sí, nene. Por que sí.”

*Luego de un largo día de trabajo, las ganas que tiene un padre de jugar al caballito son inversamente proporcionales a las que tiene el hijo de jugar a ser jinete.

*Las ganas que tiene Mati de ir al mercado a “comprar pelo con rulos para que abuelo Toto pegue en cabeza” son inversamente proporcionales a la posibilidad de que alguna vez encontremos pelo en cajitas en la sección “Cuidado personal” del súper.

(Pero bueno, la idea no es nada DESCABELLADA y creo que podría imponer tendencia en aquellos que dentro de poco van a tener que usar esos peinecitos de metal para piojos que son re-re-finitos, y que pueden peinar hasta lo que no hay … JUA, JUA, JUA, JUA)

Tendencia '09