jueves, 18 de noviembre de 2010

Sorpresa...

"Mami, nosotros no te vamos a hacer nada, 
así que no tenés que mirar, ¿ok?
No vamos a hacer na-da..."

Melisa dixit.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Señor de las cuatro herramientas...

Pssst, psssst…. Señor... ¡Señor! Usted, el de la herramientita en la mano. Sí, sí, usted. El que hace esos trabajitos.
Sí, hombre, usted… el que me dijo hace casi tres semanas que el lunes venía y hacía todo. Usted, el que nunca apareció ese lunes; el que dejó pasar los días y una semana después mandó decir que estaba ocupado y vería cuando venía… 
Usted, que luego de que yo le mandara un mensajito para coordinar otra vez, me prometió que venía a la tarde y cayó al día siguiente… Sí, usted… que empezó ese día el trabajo y que aseguró su regreso para esa misma tarde.
Usted, que no mantuvo su palabra y me hizo engranar en silencio, que me hizo desarrollar la paciencia y esperar cinco días más hasta mandar otro mensaje para expresarle mi preocupación. Usted, que me devolvió un “¿Quién sos?” (¡y sin acento!)... sepa que estoy muy enojada.
Pero quédese tranquilo, eh, que la cosa no es con usted. Es conmigo. Por creer lo que me dice y luego de la decepción, no tener el coraje para mandarlo a… a… a dónde sea que haya estado trabajando tan arduamente estas últimas tres semanas. Pero vaya tranquilo, eh… vaya, vaya nomás… que acá lo seguimos esperando.

 Señor de las cuatro herramientas...
Y pisadas que siempre se van...
Su trabajo estoy esperando...
Pero al tiempo se lo ve marchitar...

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sábado en la isla.

Nos cebamos y hoy volvimos a ir a la isla. El documento gráfico:

Viernes en la isla.

Ayer, viernes, decidimos sin mucho plan ir a pasar la tarde a la isla. El clima acompaño. Los gordos se bañaron un rato y nosotros aprovechamos la tranquilidad para desenchufarnos un poco antes de que comience el loquero de fin de año.

domingo, 7 de noviembre de 2010

viernes, 5 de noviembre de 2010

Entrada de hoy, por autora invitada: Betina Managó

Cinco cosas que tenés que saber antes de ir al gimnasio.

Antes de decidirte a realizar alguna actividad física, ya cansada de escuchar por la tele, a tu médico, a tu madre y hasta tu propia conciencia de los beneficios que te resultarían de algunas horas semanales de sufrimiento, es bueno que sepas que el padecimiento no será sólo físico. Psicológicamente es bueno prepararse para persistir en el tiempo en una labor que de ignorar sus connotaciones, irremediablemente abandonarás sin posibilidad de retorno alguno. Entonces, cinco cosas que tenés que saber antes de ir al gimnasio:

1. Lo primero con lo que te toparás en el gimnasio es con mujeres, muchas, que no necesitan estar ahí y que su única función es mostrarte un cuerpo que no lograron haciendo tae-bo y que vos nunca tendrás aunque se te encarne la bicicleta fija.

2. La balanza, maldito instrumento que delata en números tu calamitoso estado. Se ubica a la entrada del gimnasio, en el lugar más visible del mismo y donde todos circulan. Solo para que vos al pesarte tengas que hacer poses dignas de un yogui, evitando que trascienda hace cuantos kilos deberías haber venido.

3. Cualquier aparato que requiera poses poco elegantes o dudosamente femeninas y que dejen a la vista partes de tu cuerpo que no te enorgullecen estarán indefectiblemente en el centro del salón y, de ser posible, justo delante de algún televisor para que nadie se pierda el “espectáculo” y pronto seas conocida por el diseño de tu ropa interior: “la de los lunares violetas”.

4. Instructores: especialistas del engaño. Con una sonrisa te enseñan como utilizar un aparato haciendo que parezca una tarea simple... hasta que te subís y te das cuenta que no hay forma digna de realizar ese ejercicio. Y mientras tratás de disimular que estás haciendo fuerza hasta con las encias, él te pregunta -¿cómo vas?- y vos asentís con la cabeza y hacés una mueca que intenta ser sonrisa ¡¡¡PORQUE NO PODÉS NI HABLAR!!!

5. ¡¡¡Hay una variedad impresionante de clases!!! Con nombres compuestos por palabras como: training, work, circuit, body, aerobic, etc, etc. Son prácticamente lo mismo variando el elemento y la intensidad. Tu papel en casi cualquiera de ellas será: transpirar, sufrir y disimularlo sonriendo desde el séptimo infierno del dolor muscular.


Por eso, desde este humilde lugar te aconsejamos: Buscá una actividad física en la que puedas sentirte cómoda, donde la intensidad esté controlada para que puedas mantenerla y de a poco aumentarla, y lo más importante: ¡Qué la disfrutes! Que te reporte producción de endorfinas para que no sea una tortura sino un gusto del que no puedas prescindir.