lunes, 30 de marzo de 2015

(ya escribí - me da fiaca pensar en el título)

Cada tanto paso por acá para desempolvar el blog... Es que justo hoy quiero referirme a la escritura, y qué mejor manera de hacerlo que, justamente, escribiendo. Como ya les conté en algún otro momento en este espacio, la ayuda para las tareas escolares de los chicos está bien demarcada en casa: Goldy se encarga de Matemática y Naturales, naturalmente. Mi área es Sociales y Lengua, obviamente.

Hace dos semanas atrás, Mati vino de la escuela contandome que en lengua habían repasado "como se arma un texto" y que ahora "la seño" les había explicado lo que era coherencia y cohesión. Sin casi poder controlar la e-mo-ción de saber que los chicos sí estudian "esas cosas" todavía, tuvimos una charlita pre-almuerzo más o menos así:

- ¿Y qué es coherencia y cohesión Mati?
- Eh... son formas de escribir lindo y para que te entiendan.
- Ah sí... pero, ¿cómo es eso?
- Bueno, la seño nos dijo que coherencia es cuando escribís y la gente entiende lo que les decís....
- O sea que el texto tiene sentido.
- ¡Sí, esooo!
- Ajá... ¿y lo otro que era?
- Cohesión es cuando escribís bien, y usás punto y seguido o punto y aparte y no repetís siempre lo mismo y esas cosas....

Hoy, Mati me dijo que mañana tiene prueba de lengua, así que le pregunté qué temas entrarían. Mencionó los mismos que ha estado viendo por las últimas dos semanas. Fe-liz de poder ayudarlo, me encontré en la cocina, pelando zanahorias y charlando con el gordo para repasar...

- Bueno, andá a tu pieza, traé una revista de las tuyas y vamos a estudiar un poco.
Vuelve con una "Mis amigos", elige un artículo y comenzamos.  - ¿Cuántos párrafos tiene?
- Cuatro.
- ¿Cómo sabés?
 - Bla, bla, bla, bla.... Má, ¿y sabés qué? En la prueba, vamos a tener que escribir un texto y además, la seño después nos va a dar otro y nosotros lo vamos a tener que corregir para que quede bien.
- ¿Y como van a hacer eso?
- Tenemos que volverlo a escribir por ahí agregando "y" o "pero", o no diciendo siempre la misma palabra para hablar de la persona, sino cambiar un poco. También tenemos que ver que las oraciones terminen con puntos. Eso, má...

Sin saberlo, Mati estaba e-di-tan-do, buscando sinónimos, agregando transiciones, corrigiendo puntuación y reemplazando sustantivos por pronombres. Morí de la felicidad, les aseguro. La maestra está haciendo un trabajo espectacular, no solo por lo que enseña sino por la manera en que hace que los chicos trabajen y piensen por sí mismos.

Y la frutilla del postre (como si para mí ya el  postre no hubiese sido suficiente) vino con la conclusión del gordo: "Má, a mí cuando me dicen que tengo tarea o que tengo que estudiar no me gusta, pero cuando empiezo, es divertido."

Listo, ya está. Puedo morir en paz. ;)

jueves, 4 de septiembre de 2014

¡El trabajo es salud! Com-pro-ba-do.

Son muchos y variados los beneficios que resultan de darles a los chicos ciertas responsabilidades en las tareas del hogar. Algunos opinarán lo contrario: que los supuestos beneficios son, simplemente, patrañas inventadas por las madres para tener más tiempo libre.  Y sí, tal vez un poco de verdad en eso haya. Si le pedimos a alguno de nuestros hijos que aspire las piezas y a otro que quite el polvo de los muebles o levante la mesa, lograremos tener de 15 a 20 minutos libres por día… ¡para darle una repasada al baño o salir a tender la ropa! Sea cual fuere el caso, está comprobado que son los niños los mayores beneficiarios.

Ciertos estudios* aseguran que cuando a un niño se le confía la responsabilidad de realizar algunos trabajos en su hogar, adaptados a su edad y habilidades, éstos contribuyen a que el pequeño tenga una mayor autoestima, desarrolle el sentido de la cooperación y la empatía, valore el trabajo (el propio y el ajeno), y se sienta más independiente.

Por otro lado, un importantísimo estudio de campo (¡realizado en mi casa!) no solamente corroboró varios de los factores mencionados anteriormente, sino que además dio lugar al descubrimiento de otros tres de igual o mayor relevancia. La realización de tareas domésticas 1) mejora notablemente la capacidad y velocidad del cerebro para recuperar información de la memoria de mediano y largo plazo; 2) soluciona problemas de estreñimiento; y 3) logra curas milagrosas de dolencias varias. Ejemplifico:

1). Mejora notable de la memoria.
Madre: Hija, por favor, levantá la mesa.
Hija: ¡Uy! ¡Me a-ca-bo de acordar que la seño dijo que tenemos que practicar lectura en voz alta. Tengo pruebita en dos semanas. Mejor voy ahora.

2). Solución para el estreñimiento.
Madre: Hijo, por favor, repasá los muebles de mi pieza.
Hijo: ¡Ay! ¡Tengo que ir al baño ur-gen-te!

3). Curas milagrosas.
Madre: Hija, por favor, aspirá la alfombra.
Hija: Uh… es que tengo un dolor de pierna… me va a hacer mal estar mucho tiempo parada.
Madre: Uh… sí… la verdad que sí. Y para cuidarte, creo que no deberías ir a entrenar patín hoy.
Hija: Eh… a ver… déjame probar… ¡Qué bueno, ahora ya se me fue el dolor!

Por todo lo expuesto hasta aquí, la importancia y buena influencia que tiene el trabajo hogareño en los más chicos es más que evidente. “El trabajo es salud”, reza el dicho popular. Nunca mejor aplicado.



* que no pienso citar. Leí algunos libros y artículos, pero ni cerca estoy de buscar la bibliografía. No insistan. Esto es un intento de blog que comenta sobre hechos cotidianos con un tinte de humor. Hasta ahí llega mi esfuerzo.

lunes, 4 de agosto de 2014

Esta noche duermo sola... ;)

Llego de trabajar. Goldy está MUY MAL: vuela de fiebre, tirita de frío e intenta balbucear palabras, entre las cuales, y con dificultad, logro entender: "tra... tra... traé un ballllll.... un baldeee". Ya se imaginarán para qué fin...

Mati y Meli miran la escena asustados. Supongo que no imaginan que su papá - fuerte, e hi-perrr-qui-néee-ti-co como pocos - es tan propenso a enfermarse como cualquier otra persona. Así, Meli se va a llorar a su pieza. Mati me mira serio a los ojos y me dice: "Má, espero que no te quedes viuda.".

Las reacciones de los gordos me produjeron dos cosas:

1. Recordé haber sentido algo parecido cuando en unas vacaciones en Concordia mi papá tuvo cálculos renales. Creo que en ese entonces yo tendría más o menos la misma edad que Mati ahora. Dicen los médicos que ese dolor es tan intenso que se compara al producido por las contracciones que tiene una mujer a  punto de parir  Fue la única vez que vi a mi papá llorar. Mamá me contó cuanto quiso él esconder su dolor por nosotros, para que no nos impresionásemos. En mi mente de niña, los papás no lloraban, no sufrían y eran fuertes como un roble.  Algo así les debe haber pasado a mis hijos hoy, pobres.

2. Me emocioné con ellos y de la forma en que expresan su amor. Meli, entre lágrimas me decía. "Me pone triste que papá esté así. También me da pena. Vos no llorás porque sos grande, pero yo lloro porque estoy muy triste." Unos abrazos, una oración y la seguridad de que Goldy estaría bien pronto secaron su carita y se pudo dormir tranquila. Después vino una charlita con Mati. Lo que dijo reflejaba una preocupación profunda. También le conté que "lo de papá es una gripe muy fuerte, como la que tuviste vos hace un mes" y que "pronto va a estar mejor". Al igual que su hermana, la tranquilidad que acompaña el entender algo hizo que me regalara su sonrisa, esa que de bombón que es nomás, me derrite.

Y ahora en casa todos duermen: los chicos, plácidamente; Goldy, sin fiebre y atravesado de punta a punta en nuestra cama. Yo me veo durmiendo en el colchón de las visitas, tirada en el pasillo para escuchar si el flaco necesita algo durante la noche. Linda noche la que me espera... :)




jueves, 8 de mayo de 2014

Amigos virtuales

Después de muchos años, volví a dar clases a niños. Estoy trabajando en el instituto de mi cuñada Yanela y las edades de mis alumnos están entre los 8 y los 10 años. La verdad es que lo estoy disfrutando mucho, pero cada clase es un desafío porque hay que motivar, mantener la disciplina, enseñar, lograr que el aprendizaje sea significativo, etc.

Hoy les quiero contar de un proyecto que estamos arrancando con el grupo de los más grandes. El libro de curso que usamos tiene un tema central: los amigos virtuales / amigos por correspondencia (epals). En cada unidad, los personajes del libro se conectan con un nuevo e-pal de alguna región del mundo y así aprenden un poco de sus culturas.  Y ahí surgió la idea. "¿Y si los contacto con amigos virtuales reales?" Para no aburrirlos les hago el cuento corto:

1. Creé una clase virtual en epals.com
2. Busqué docentes de otros lados del mundo cuyos alumnos también están buscando chicos de otras partes para conocer.
3. Me contacté con una profesora en USA y otra en India y nuestros alumnos ya comenzaron a recibir sus primeros e-mails (todo el tráfico de correo está 100% monitoreado por los profes. A mis alumnos les creé cuentas de correo que solo pueden usar en el sitio y todo lo que mandan y reciben pasa por mi filtro. Si yo apruebo, los correos siguen a sus destinatarios. Muy cuidado, para tranquilidad de todos).

Acá les dejo el vínculo del sitio de la profe de USA. Allí ella cuenta (con muchos más detalles de lo que lo estoy haciendo yo) su proyecto con los chicos. Más que nada, vean las fotos.

http://jessicastearns.weebly.com/professional-development.html






domingo, 13 de abril de 2014

Anécdotas anitofídicas...



Mati y Goldy están desde ayer en la isla… Hoy a las 13:00hs suena el teléfono: era Mati.

- ¿Hola?
- ¡Hola, má!
- ¡¡Hoooooola, Pochiiiiii!! ¿Cómo estás? ¿Qué andan haciendo? 

Él, con aire de superado y tono canchero, responde: Acá estamos… recién matamos una yarará.
Yo, intentando fallidamente controlar la histeria, comienzo el interrogatorio: ¡¡¿¿Qué??!! ¡¡¿¿Cómo que una yarará??!! ¿Y vos donde estabas? ¿Qué hacía papá? ¿Dónde está la víbora ahora? ¿Y donde está papá a-ho-raaa?
 - Má, traaaaaaanqui (sí, sí… el pibe estiró el sonido por varios segundos, como tratando de que yo me relajara). La matamos (ojo, dijo “matamos”). Era más grande de la que lo picó a papá. Pero estamos teniendo mucho cuidado. Además, estamos con las botas… Me guardé el comentario sarcástico, y lo dejé solo en mis pensamientos: ¡¡Pfff!! Están con botas; un alivio bárbaro me da...
  
En fin, yo quería preguntarle mil cosas y él, con pocas palabras y muy tranquilo me seguía explicando cómo venía la cosa:  Papá me contó que cuando una víbora muere, su compañera la “huele”, así que estamos esperando muy atentos por si aparece…. Y estamos teniendo mucho cuidado.

Claro, si con lo de las botas no era suficiente, él ahora me aseguraba que estaban tomando todas las precauciones. Y volvió a repetir que estaban teniendo cuidado. En ese momento me pregunté si no habría ensayado este ping-pong de preguntas y respuestas con Goldy, antes de llamar…

Pasados sus detalles y mis mil y un consejos, el diálogo siguió…
- Y anoche pasé un poquito de frío… pero dormí bien igual.
- ¡¡¿¿Cómo que pasaste frío si tienen un florrrr de equipo??!! ¡No pueden haber pasado frío! ¿Le dijiste a papá?

Sin responder a tanta pregunta*, y con el mismo tono del comienzo, me cuenta otra “penuria”.
- ¿Y sabés qué? Ando con una astilla en el dedo. Bueno, en realidad son dos… Es que estuve trabajando con papá. Moví unos troncos. Pero tranquila (¡opa! otra vez la misma palabrita… me pregunto qué imagen tiene el chico de mí… jajja), papá me la va a sacar en un rato.

Lo escuchaba hablar y no era el Mati nene. Era otro. Uno más grande; uno orgulloso de estar con su papá haciendo “cosas de grandes”. Y yo me alegré. Me alegré de sentirlo así, tan seguro, tan feliz… y también me alegré de saber que en el botiquín de la lancha ¡¡hay decadrón y un suero antiofídico!!. De eso, sí que me alegré.

*El que no zafó de responder fue Goldy, claro está. “Por más bolsa de dormir para -40° que uno tenga, si le abre todos los cierres, de nada sirve. Y Mati abrió to-dos los cierres.”

jueves, 15 de agosto de 2013

El Mago Merlín

Hoy Mati y Meli se estaban peleando por un juguete. Sí, de los 150 que había tirados por el piso, oh casualidad, justo los dos "necesitaban jugar con e-se". Primero arranqué por el diálogo tranquilo: "¿como les parece que pueden resolver esto? ¿No hay otro juguete que alguno de ustedes pueda usar por un rato y luego hacen el cambio? Los turnos suelen funcionar muy bien." Pues no; no funcionó. Los gordos seguían empecinados en tener el juguete. Los dejé un rato para ver como continuaba la contienda.

Pasado un rato, volví a entromenterme, más que nada porque los decibles subían y mi paciencia bajaba, exactamente de forma proporcional. Ofrecí opciones de juegos y de actividades, pero hacía rato que había dejado de ser por el juego. Ahora era por orgullo.  

Finalmente llegué a mi límite de tolerancia así que me volví a levantar de la silla y con paso firme me acerqué a ellos. El diálogo fue así:

Yo: ¡O la cortan, o hago desaparecer el juguete!
Mati: ¿Y cómo lo vas a hacer desaparecer?
Yo (que me pregunto en silencio ¿Cómo? ¿No me dicen que no? ¿No me ruegan y me prometen que, finalmente, la van a cortar?): ¡Lo voy a tirar a la basura!
Mati: ¡¡Ahhhhh, pero Goldy hace trucos y lo desaparece con las manos!!  



                                    Muchachos, vamos ordenando o si no, les hago desaparecer todo.

miércoles, 5 de junio de 2013

Meli súper poderosa.

Con un palo en alto a manera de espada y algunos intentos fallidos de vuelo, Meli corría por el pasillo gritando: "¡¡SOY UNA SÚPER HÉRUA!! ¡¡SOY UNA SÚPER HÉRUA!!".

Yo: ¿Ah, si? ¿Y qué súper poder tenés?
Meli (con su dedito índice apuntando hacia arriba y girándolo rápidamente): Tengo el poder de los torbellinos.
Yo: ¿Posta? ¿Y que hacés con ese poder?
Meli: Atrapo a todos los malvados. Los pongo ahí adentro.
Yo: ¡Buenísimo! ¿Y después, qué hacés con los  malvados?
Meli: ¡Pff! ¡Me los como, obvio!

(No daba decirle a la gorda que con esta actitud, califica más para villana, ¿no?)

huracán 
Bien...a salvar al mundo... que tengo hambre.



¿Querés otra de súper héroes, pero de los reales? Tomá, acá tenés.

sábado, 25 de mayo de 2013

Tina, la versión perruna del Ave Fénix...



Tina estuvo en muchas oportunidades más cerca del “más allá” que del “más acá”. Su historia clínica arranca de bien chiquita. La versión oficial la tiene Dante, su veterinario, pero nosotros hicimos su primer diagnóstico de importancia a las semanas de nacida: hiperquinética y ladradora compulsiva, características que,  casi 15 años después,  mantiene inalterables.

Para hacer un repaso breve, la gorda debutó como habitué de la vete con una terrible infección en las trompas de Falopio que casi la mata por la hemorragia provocada, al añito de vida. Luego de una cirugía de emergencia que terminó sacándole el útero, la gorda se recuperaba bien…

Al tiempo descubrimos que no toleraba nada sólido. Na-da. Lo que comía, automáticamente lo devolvía. Luego de consultas con muchos veterinarios (Dante, colegas de Dante en Diamante, “Tati”, un vete de Tandil), radiografías, análisis y estudios confirmamos y reconfirmamos el diagnóstico de Dante: megaesófago, una condición que complicaba todo el proceso de deglución y que no podía ser tratada. De allí, y por los siguientes 12 años vivió a licuados. Balanceado hidratado y procesado, comida licuada, etc…. Por alguna rareza de la vida, hace unos meses atrás se “curó” (mi teoría es que por su edad avanzada, todo se le puso “más laxo”… ¿se entiende?).

En otra oportunidad, Tina casi se muere envenenada. Era una época en la que algún malnacido creía que la solución para que no hubiese perros en la calle era tirar pedazos de carne con estricnina. La gorda comió, y…. ¡gracias a su megaesófago!  vomitó casi todo y le dio tiempo a Dante a llegar y salvarla. No contenta con esta hazaña, transcurrida una hora, la perra se escapó y se fue a comer la carne que quedaba. ¿Podés creer? Y así, Dante volvía a casa con su colección de jeringas para salvarla. Otra vez. En el día.

Como resultado de no tener su aparato reproductor, al tiempo la gorda comenzó con incontinencia urinaria. (Lector, a vos te digo… esto viene para rato…). Yo, que en esa época no tenía chicos, me levantaba entre dos y tres veces por noche a cambiar todos los trapos de su “cuna” cuando ella venía hasta mi cama a “avisarme” (que estuvo bueno… me dio la práctica y la paciencia que años más tarde necesitaría para cambiar pañales con la misma frecuencia y bajo las mismas condiciones de somnolencia – el dicho reza: “no hay mal que por bien no venga”.)

La medicación la ayudó bastante, pero cuando vimos que teníamos que ir subiendo la dosis cada vez más, Dante me dijo: “¿La operamos?” “Y dale, le dije… si voy a zafar de levantarme 3 veces por noche, de dar pastillitas 2 veces por día, daaaale para adelante”. Y marchó cirugía nomás… con resultados excelentes.

Luego de esto, le dimos un respiro a Dante y lo visitamos con menor frecuencia por nimiedades como vacunas, antiparasitarios y algún que otro antipulga.

Pero la racha no se hizo esperar. En un ataque frenético por perseguir a un perrito, Tina cruzó la calle sin mirar antes a ambos lados. Error. La atropelló una Kawasaki pistera que venía al palo. Resultado: Tina con algunos golpes medianamente serios y un desgarre de pata / ingle. Al día siguiente, a la gorda le hacían su tercer cirugía. Cuando le dieron el alta y la fuimos a buscar nos enteramos del mega-combo: “Las palabras del vete: “Ah, y ya que estaba cerca, le saqué esos dos quistes cebáceos grandes que tenía en el abdomen”. ¡¡Un capo!!

El año pasado, por terca y seguir con el patrón de “cruzo y no miro, ¿total para qué?”, combinado con su poca visión y audición, producto de los años, la perra quedó por unos minutos atrapada debajo de un 207. Gracias a Dios no la aplastaron las ruedas, pero sí se ligó flor de revolcada por el asfalto. Pasado el susto inicial, fue atendida como corresponde y solo se ligó algunos puntos en los cortes más profundos.

Lo que ocurrió 7 días después NO ME LO VAS A CREER. Entrando el auto al garaje, Goldy sintió “algo debajo de la rueda”. ¡¡¡Era la Tina que se le cruzó adelante, vaya a saber por qué!!! ¡Atropellada por el amo! Quince minutos más tarde, estaba por enésima vez en la reluciente camilla metálica de la veterinaria. Era tarde a la noche. “Vayan tranquilos, chicos. Yo acá tengo para rato”, nos dijo Dante. “Vengan a verla mañana”. Y al día siguiente nos encontramos con una perra de buen ánimo, con toda una pata rasurada y unos cuantos puntos más. Volvimos a casa con la perra y unas varias tiritas de antibióticos….

Hoy la perra me dio otro susto. Bajando atolondradamente del baúl del auto se arrancó de cuajo una uña. “Una pavada”, podrán pensar. No. Por ahí pasa una arteria así que la gorda no paraba de sangrar. Y no paraba,  y no paraba. Me asusté. Hablé con Dante. Luego vino un amigo médico (grande, Cuchín!) que le hizo una curación y un vendaje. Volví a hablar con Dante. Parece que está todo bien, pero esto se parece al cuento de la buena pipa…

miércoles, 13 de marzo de 2013

¡Quisiera ser el pollito Pío abajo del tractor!

¡Matame ya! ¡Y que sea rápido! Estoy en el punto sin retorno. Desde acá solo se ve oscuridad. Y se escuchan ruidos extraños (que algunos confundirían con música). Pero no, les aseguro que no es música. Es solo un repetido (y pegadizo, ¡maldición!) "chiqui-chi, chiqui-chiiii, chiqui-chi, chiqui-chiiiiiii" que se prolonga indefinidamente...

¡Y lo peor es que escucho voces! Cada palabra que osan pronunciar lastima más profundamente mis tímpanos y dicen cosas que van en contra de todo lo que alguna vez aprendí. El tormento es indescriptible....

Algo de culpa tengo, debo reconocerlo. Crucé la línea cuando decidí escuchar hasta el final la entrevista que le hizo la televisión británica a Carlitos Tevez cuando sus días en el Manchester City peligraban. Los oídos dolían, sí, pero seguí enfrente a la pantalla... El Apache le ponía onda, no digan que no.

Pero estas voces son distintas. Atormentan sin necesidad. Y para colmo, no hablan. ¡Cantan! ¡Y cantan cumbia! ¡Y en inglés!




"GUAN ESTRIT OF SEPAREISHON" 
Hacé click si te animás... pero te advierto... ¡de ahí NO SE VUELVE!

jueves, 7 de marzo de 2013

Vos, Sudoku; yo, Scrabble



Tener a dos nenes en edad escolar equivale a pasar un rato de cada tarde ayudando en las tareas. Meli todavía no tiene mucho… Así y todo, lo que le ha tocado hacer fue importantísimo para ella. Deberían haberle visto su cara de emoción cuando llegó el otro día diciendo que tenía la primera. Había que “pintar muy lindo y prolijito” un dibujo.

La historia de Mati es distinta. Desde el año pasado tiene tareas todos los días de lunes a jueves. Están muy bien planificadas porque a los chicos les lleva relativamente poco tiempo pero les ayuda a crear un hábito de constancia. Y es este contexto que con Goldy hemos delimitado bien nuestras tareas: él está con Mati cuando hay deberes de matemática y yo cuando hay cosas de lengua. La distribución no podría haber sido mejor.

El flaco es de pocas palabras. Su lema es: "se habla o escribe cuando hace falta y se va al punto". Eso de buscar sinónimos, pensar en antónimos y revisar ortografía son cosas que hábilmente delega. A Microsoft Word.

Por mi parte, creo que si me lo propusiera podría reaprender las tablas, pero mis habilidades cognitivas simplemente no me permitirían volver a hacer divisiones en el papel, esas que terminan con un rulito dado vuelta…

En fin… cada uno, feliz con lo suyo. Y hablando de felicidad… ayer dis-fru-té la tarea con Mati. Las instrucciones eran precisas: escribir una historia que tenga las siguientes palabras: árbol, plaza, perro, gato, paloma, pelota.

Mati se sentó en la mesa y luego de leer las instrucciones quiso comenzar a escribir. Ahí, mi frenada en seco. “Mi amor, no podés empezar a escribir tu historia si no tenés más o menos una idea de qué va a ocurrir” (nota: si por casualidad alguno de mis alumnos lee esto les digo: sí, a esto se le llama “brainstorming y sí, le dije a mi hijo que lo hiciera). Ahí se puso a pensar y a divagar… y después de un rato comenzó a escribir. Al terminar la historia, que incluía entre sus personajes a un “perro furioso que estaba oliendo flores”, le pedí que me la leyera. A él le gustó. A mí me encantó. Por supuesto, luego hicimos una repasadita para corregir algunos errores de ortografía (nota 2: si por casualidad alguno de mis alumnos lee esto les digo: sí, a esto se le llama “editing” y sí, le dije a mi hijo que lo hiciera).  Todo había quedado muy bien. Para concluir, y con letras más grandes escribió:

FIN

domingo, 20 de enero de 2013

El mejor ataque es la defensa.

Estábamos a un metro y medio de distancia, frente a frente. Yo la miraba fijamente. Ella, muy por lo bajito, también. Lo sé.

Por un momento, las dos nos quedamos inmóviles, como sin saber que hacer. Pero yo sí sabía qué hacer. Y ella también. No lo dudo.

De pronto, ella hizo un paso rápido y yo retrocedí dos.
Era mi turno. Hice un solo movimiento calculado. Ella, rápidamente hizo ocho pasos para atrás.

Después me dicen que en estas situaciones yo tiendo a exagerar y a ser miedosa.

Ahora pregunto:: Yo retrocedí tres pasos. ¡Ella ocho! ¿Quién es la miedosa y exagerada? ¡¡¡¿¿¿¿La araña o yo????!!!!



martes, 15 de enero de 2013

¿Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?



Cuando era chica, mi papá siempre me contaba el cuento de la buena pipa. Contrariamente a la bronca que le producía a muchos (Karina I) o al sentimiento de incredulidad que nacía en otros: “nunca existió”, dijo alguien por ahí (Celina d G), o  al deseo de que “se borre de la faz de la tierra y que nuestros hijos no lo hereden” (Yani C), yo lo disfrutaba mucho. La esencia misma del cuento, con su eterna repetición, lo hace inmutable. Cuando el narrador (?!) lo comienza, nada de lo que haga o diga su interlocutor podrá variarlo en lo más mínimo.  Y así sigue, igual, siempre…  Y así es muchas veces la vida: hay cosas que no cambian,  independientemente de lo que se haga o diga a su alrededor.  Un ejemplo podría ser Goldy y su amor por los animales. Nacido y criado en un lugar de riqueza natural incomparable, tuvo entre sus mascotas más preciadas a perros, conejos, ¡víboras  y anguilas! (por mencionar algo nomás). Ese amor nunca va a cambiar, no importan las circunstancias. El cuento se repite… igual, siempre…

En nuestro tiempo de novios, yo ya debería haber intuido algo… El flaco se había empecinado en “sacarme el miedo” a algunos insectos, caracoles y víboras. Usó algunas formas convencionales. También otras.  De muchas maneras traté de explicar, de justificarme: “no es miedo; es repulsión”, solía decir sin mucho resultado…

Hace un par de años, mi media naranja quiso domesticar un lagarto muy, muy grande que aparecía todos los veranos en casa. No sé cuántas veces le pedí que no lo alimentara y cuantas otras le rogué que “se lo llevara”… No hubo caso. Dos mordidas en el tobillo sí pudieron, y un día más tarde, para mi alegría y tranquilidad, “Toto” (sí, porque hasta nombre le había puesto) tenía nuevo hogar en un arroyo cercano.

Dos meses atrás comenzó la historia de la tierna Mora. Goldy no dudó por un segundo en traer una yegua huérfana a casa muy a pesar de mis “dudas”.  El patio se trasformó en granja (¡con tranquera y todo!) y mi marido daba sus primeros pasos como veterinario de ocasión, poniendo inyecciones en el cuello, curando bicheras, pero por sobre todas las cosas, dando mucho amor y cuidado. Yo lo observaba con admiración. Mora se hizo querer, pero cuando le encontramos un lugar mejor para estar, sentí ese alivio que viene cuando las cosas vuelven a su curso normal…

El sábado Goldy estaba en  la isla. Me llamó por teléfono y en un momento me dijo: “te estoy llevando un regalo”. No hace falta ser muy viva para saber que en la isla no hay shoppings. Mi respuesta no se hizo esperar: “¡¡¡No traigas ningún animal!!! ¡¡¡Ninguno!!!!”. “Después vemos”, fue su respuesta antes de cortar….

 Y después lo ví: un perrazo negro, con 5 balas en su cuerpo, afiebrado, agujereado, mal, pero mal en serio.  “Lo vamos a llevar. No podía dejarlo allá. Si no lo hago ver, se muere.”  El viaje a casa fue en silencio. Por mi cabeza pasaban muchas cosas… Cuando me repuse del shock, le conté que en el patio había aparecido ¡un lagarto! y le recordé cuanto me disgustan, lo que había pasado con Toto y volví a pedirle que no se le ocurriera empezar a alimentarlo. Solo tuve silencio como respuesta. Silencio y una sonrisa socarrona…

Hoy tengo en casa a los animales de siempre más un perro malherido pero recuperandosé (lo vio el veterinario, el de verdad : ¡Dante!) y un visitante fortuito verde y amarillo que no me hace ninguna gracia.

Hace no mucho tiempo atrás descubrí que Goldy no conocía el cuento de la buena pipa. Cargada de emoción se lo conté. Por alguna razón, a él no le pareció emocionante. Ni siquiera entretenido. Casi diría que ni le pareció un cuento… 

Hoy, el que me está contando el cuento a mí es él. Por alguna razón, no me parece emocionante. Tampoco divertido. Es más, creo que esto ni siquiera es un cuento…