Hoy Mati y Meli se estaban peleando por un juguete. Sí, de los 150 que había tirados por el piso, oh casualidad, justo los dos "necesitaban jugar con e-se". Primero arranqué por el diálogo tranquilo: "¿como les parece que pueden resolver esto? ¿No hay otro juguete que alguno de ustedes pueda usar por un rato y luego hacen el cambio? Los turnos suelen funcionar muy bien." Pues no; no funcionó. Los gordos seguían empecinados en tener el juguete. Los dejé un rato para ver como continuaba la contienda.
Pasado un rato, volví a entromenterme, más que nada porque los decibles subían y mi paciencia bajaba, exactamente de forma proporcional. Ofrecí opciones de juegos y de actividades, pero hacía rato que había dejado de ser por el juego. Ahora era por orgullo.
Finalmente llegué a mi límite de tolerancia así que me volví a levantar de la silla y con paso firme me acerqué a ellos. El diálogo fue así:
Yo: ¡O la cortan, o hago desaparecer el juguete!
Mati: ¿Y cómo lo vas a hacer desaparecer?
Yo (que me pregunto en silencio ¿Cómo? ¿No me dicen que no? ¿No me ruegan y me prometen que, finalmente, la van a cortar?): ¡Lo voy a tirar a la basura!
Mati: ¡¡Ahhhhh, pero Goldy hace trucos y lo desaparece con las manos!!
Muchachos, vamos ordenando o si no, les hago desaparecer todo.