martes, 30 de octubre de 2007
sábado, 27 de octubre de 2007
Fotos del sábado.
miércoles, 24 de octubre de 2007
El domingo en los arenales.
domingo, 21 de octubre de 2007
FELICIDADES, MAMAS...
Un hombre estaba harto de tener que ir a trabajar todos los días y que su esposa se pudiera quedar en casa.
Quería que ella viera por lo que él pasaba todos los días, así que rezó: "Señor: Yo trabajo cada día, durante 8 horas mientras mi esposa se queda en la casa tranquilamente. Quiero que ella sepa por lo que tengo que pasar todos los días, entonces permíteme cambiar de cuerpo con ella por un día. Amén".
Dios, en su infinita sabiduría le concedió el deseo al hombre.
A la mañana siguiente, se despertó como mujer.
Se levantó, hizo el desayuno para su cónyuge, despertó a los niños, se vistió para llevarlos al colegio, les dio el desayuno, les preparó las viandas, los llevó al colegio, volvió a casa, recogió la ropa para la lavandería y la llevó.
En el camino paró en el banco a hacer un retiro y fue al supermercado a comprar víveres.
Entonces regresó a la casa, guardó los víveres, hizo los cheques para pagar las cuentas y organizó la cuenta del banco.
Limpió la caja del gato y bañó al perro. Para entonces ya eran las 13:00 hrs., corrió a hacer las camas, puso la ropa sucia en la lavadora, sacudió y aspiró toda la casa; limpió el baño, barrió y lavó el piso de la cocina.
Salió corriendo a recoger a sus hijos en el colegio, y tuvo una discusión con ellos de vuelta a casa.
Sacó leche y galletas para los niños y los organizó para que hicieran la tarea. Puso la tabla de planchar y se puso a planchar mientras veía
televisión.
A las 16:30 empezó a pelar papas, lavar las verduras para la ensalada, adobó la carne, y puso el arroz a cocinar.
Cuando su cónyuge llegó preguntando por la comida, ésta ya estaba lista y servida.
Después de la cena limpió la cocina, lavó los platos, sacó la ropa del lavarropas y la puso a secar. Bañó a los niños y los acostó.
A las 21:00 estaba exhausto aunque no había terminado todavía sus quehaceres, se fue a la cama donde estaban esperándolo para hacer el amor, lo cual logró hacer sin quejarse.
A la mañana siguiente se despertó e inmediatamente se arrodilló al lado de la cama y dijo: "Señor: yo no sé en qué estaba pensando. Estaba muy equivocado al envidiar a mi esposa por poder quedarse en casa todo el día. Por favor Señor, por favor, vuélvenos a cambiar".
El Señor, en su infinita sabiduría, contestó: "Hijo mío, creo que has aprendido la lección y será un placer para mí volver las cosas como estaban antes.
Sin embargo.......... vas a tener que esperar nueve meses.
¡ Anoche quedaste embarazado !
domingo, 14 de octubre de 2007
Las de la hora de la comida.
Tarde en el campo.
jueves, 11 de octubre de 2007
Para los fana de Prison Break
el msn de michael scoffield
lunes, 8 de octubre de 2007
Una noche de terror...
Anoche me dediqué a tener pesadillas. En larga sucesión se fueron pasando una tras otra, con temas de los más variados. El hecho de que no haya dormido muy bien no es lo peor de la cuestión. Si bien soñar con criaturas extrañas en tu misma nave espacial o con un hombre de rojo que solo vive si te saca el corazón no es de lo más agradable, uno siempre está en ese estado entre la consciencia y la inconsciencia y en cierto punto sabe -- a pesar del sufrimiento --- que nada es real.
Lo complicado vino mientras soñaba que de pronto se empezaba a inundar la villa, y mientras mirábamos por la ventana lo que iba ocurriendo, apareció un hombre dentro de un auto que era arrastrado fuertemente por la corriente. El hombre empezó a pedir auxilio y Goldy se dispuso a ir en su ayuda. En ese instante, el verdadero Goldy, el de carne y hueso, el que duerme conmigo todas las noches, pega un salto de la cama y corriendo intenta ir a prender la luz. Lo único que gritaba era: "¡¡Pará, pará!! ¿Dónde está? ¿Dónde está?" Una vez que yo tomé consciencia total, y vi que mi sueño no se estaba haciendo realidad y que no estaba pisando agua, mi corazón empezó a latir más despacio. De allí, sólo un paso a las carcajadas: por esas increíbles casualidades de la vida, mi sonámbulo esposo, también estaba soñando – pero el los sueños los vive de forma más real así que de pronto se encontró corriendo por toda la pieza, dando saltitos al estilo de un simio cansado. Yo ya no aguantaba más la risa, pero como buena esposa me aguanté lo más que pude, ya que me han dicho que a los sonámbulos les avergüenzan mucho esas situaciones (si se despiertan o les cuentan al día siguiente). En ese momento hubo un diálogo más o menos así:
G: Hay que encontrar la… hay que encontrar la, la…
T: ¿Qué estás buscando?
G: Hay que encontrar la… hay que encontrar la, la…
T: ¿Qué perdiste? (casi sin poder retener un segundo más una carcajada, que con fuerza imploraba por explotar…)
G: Hay que encontrar la pelota. ¡¡La pelota!!
T: Quedate tranqui, que yo ya la encontré y la guardé.
G: No, hay que encontrarla.
T: Ya la guardé. Anda a dormir, nomás.
Al minuto, roncaba lo más campante mientras yo intentaba conciliar el sueño otra vez. Una noche muy peculiar: de la incomodidad de las pesadillas al sobresalto y de allí a las carcajadas ahogadas que como generoso somnífero, sacaron de mí todo el estrés y lograron que durmiera como un angelito esas pocas horas que quedaban hasta que un llanto de hambre o un "mamá…" hicieran comenzar un nuevo día.