lunes, 8 de octubre de 2007

Una noche de terror...

Anoche me dediqué a tener pesadillas. En larga sucesión se fueron pasando una tras otra, con temas de los más variados. El hecho de que no haya dormido muy bien no es lo peor de la cuestión. Si bien soñar con criaturas extrañas en tu misma nave espacial o con un hombre de rojo que solo vive si te saca el corazón no es de lo más agradable, uno siempre está en ese estado entre la consciencia y la inconsciencia y en cierto punto sabe -- a pesar del sufrimiento --- que nada es real.

Lo complicado vino mientras soñaba que de pronto se empezaba a inundar la villa, y mientras mirábamos por la ventana lo que iba ocurriendo, apareció un hombre dentro de un auto que era arrastrado fuertemente por la corriente. El hombre empezó a pedir auxilio y Goldy se dispuso a ir en su ayuda. En ese instante, el verdadero Goldy, el de carne y hueso, el que duerme conmigo todas las noches, pega un salto de la cama y corriendo intenta ir a prender la luz. Lo único que gritaba era: "¡¡Pará, pará!! ¿Dónde está? ¿Dónde está?" Una vez que yo tomé consciencia total, y vi que mi sueño no se estaba haciendo realidad y que no estaba pisando agua, mi corazón empezó a latir más despacio. De allí, sólo un paso a las carcajadas: por esas increíbles casualidades de la vida, mi sonámbulo esposo, también estaba soñando – pero el los sueños los vive de forma más real así que de pronto se encontró corriendo por toda la pieza, dando saltitos al estilo de un simio cansado. Yo ya no aguantaba más la risa, pero como buena esposa me aguanté lo más que pude, ya que me han dicho que a los sonámbulos les avergüenzan mucho esas situaciones (si se despiertan o les cuentan al día siguiente). En ese momento hubo un diálogo más o menos así:

G: Hay que encontrar la… hay que encontrar la, la…

T: ¿Qué estás buscando?

G: Hay que encontrar la… hay que encontrar la, la…

T: ¿Qué perdiste? (casi sin poder retener un segundo más una carcajada, que con fuerza imploraba por explotar…)

G: Hay que encontrar la pelota. ¡¡La pelota!!

T: Quedate tranqui, que yo ya la encontré y la guardé.

G: No, hay que encontrarla.

T: Ya la guardé. Anda a dormir, nomás.

Al minuto, roncaba lo más campante mientras yo intentaba conciliar el sueño otra vez. Una noche muy peculiar: de la incomodidad de las pesadillas al sobresalto y de allí a las carcajadas ahogadas que como generoso somnífero, sacaron de mí todo el estrés y lograron que durmiera como un angelito esas pocas horas que quedaban hasta que un llanto de hambre o un "mamá…" hicieran comenzar un nuevo día.

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