miércoles, 17 de noviembre de 2010

Señor de las cuatro herramientas...

Pssst, psssst…. Señor... ¡Señor! Usted, el de la herramientita en la mano. Sí, sí, usted. El que hace esos trabajitos.
Sí, hombre, usted… el que me dijo hace casi tres semanas que el lunes venía y hacía todo. Usted, el que nunca apareció ese lunes; el que dejó pasar los días y una semana después mandó decir que estaba ocupado y vería cuando venía… 
Usted, que luego de que yo le mandara un mensajito para coordinar otra vez, me prometió que venía a la tarde y cayó al día siguiente… Sí, usted… que empezó ese día el trabajo y que aseguró su regreso para esa misma tarde.
Usted, que no mantuvo su palabra y me hizo engranar en silencio, que me hizo desarrollar la paciencia y esperar cinco días más hasta mandar otro mensaje para expresarle mi preocupación. Usted, que me devolvió un “¿Quién sos?” (¡y sin acento!)... sepa que estoy muy enojada.
Pero quédese tranquilo, eh, que la cosa no es con usted. Es conmigo. Por creer lo que me dice y luego de la decepción, no tener el coraje para mandarlo a… a… a dónde sea que haya estado trabajando tan arduamente estas últimas tres semanas. Pero vaya tranquilo, eh… vaya, vaya nomás… que acá lo seguimos esperando.

 Señor de las cuatro herramientas...
Y pisadas que siempre se van...
Su trabajo estoy esperando...
Pero al tiempo se lo ve marchitar...

3 comentarios:

  1. permitime la poesia doméstica:
    "esperé un plomero...
    por mi bacha averiada...
    esperé que viniera..
    ESPERÉ SENTADA"

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  2. Ja, ja, Betina. Como ves, seguimos con la onda "indignaciones cotidianas"...

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  3. Betina, si no es para libro, por lo menos amerita nueva etiqueta en el blog...

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