domingo, 25 de noviembre de 2012

Mora: biografía autorizada.



Mora es huérfana. Su mamá murió intentando parir al segundo potrillo. Ni ella ni él tuvieron suerte. Solo quedó la yegüita en la isla… rodeada de otros animales, pero sin su mamá. 

El puestero (cuidador) no podía hacerse cargo de “la bebé”, ya que no iba a estar todos los días en la isla, y ella requería – como todo recién nacido - cuidados constantes. La disyuntiva estaba plantada: la yegua quedaba en la isla y moría o alguien  se trasformaba en “madre sustituta” y le daba una oportunidad de vivir.

La “madre” resultó ser un “padre”, Goldy, que ni bien se enteró dijo: “la yegua viene acá”. Y no se agregó más nada. Tres días después, Mora llegaba, flaquísima y asustada, a casa. Me tocó recibirla. No sabía qué hacer. Le hablé suavecito y la dejé hasta que llegó Goldy. ¡Y comenzó la aventura!



A una hora de haber llegado a casa. 
Tuvimos que salir a comprar de "urgencia" una mamadera y leche.



Mati y Meli no podían creer que tenían un caballito de mascota. Con Goldy éramos un poco más cautelosos en emocionarnos y encariñarnos (cosa que no logramos en absoluto, aclaro) porque sabíamos los riesgos que corría. No pudo tomar el calostro de su mamá, que le aporta nutrientes necesarios, varios de los cuales, esenciales para que desarrolle su sistema inmunológico.




 La hora de la mamadera. No hay problema si nos olvidamos. 
El relojito interno de la yegüita suena cada 2hs y ella relincha para recordarnos.


Los veterinarios de nuestra ciudad no se dedican a grandes animales. Goldy viajó a Crespo para ver a algunos, llamó por teléfono a otros y preguntó a cuanta gente de campo conocía. También empezó a leer muchísimo para informarse más de los cuidados que “la bebé” necesitaba. Yo también contacté a algunos más. ¡No alcanzan las palabras para agradecer lo que cada uno hizo, a su manera, para darnos una mano!


 
Para entenderse, no hacen falta las palabras (Goldy, chocho... ¡ja!)

Yo fui la que le puso nombre: “Mora”. Me gustaba como sonaba. Mora blanca…

 Arriba del felpudito que suele usar Tina para acostarse.


Como familia, vemos como pasan los días y Morita sigue creciendo. Es súper cariñosa. Es como “un perro grande”.  Cuando estamos cerca, ella viene y con la cabeza nos hace “caricias”. También se pone de costado y con su cuerpo nos “empuja” para tocarnos y estar bien pegadita a nosotros. Responde muy bien a su nombre y obedece al llamado (casi siempre…).


 La combinación perfecta entre la amistad del hombre y el animal: la confianza.

Hoy Mora cumple tres semanas. Cuando esté más independiente (y no tome la mamadera cada 2,5hs durante el día!) volverá al lugar donde nació, a su hábitat natural. La vamos a extrañar, pero sabemos que ése es el lugar donde debe estar.

4 comentarios:

  1. No se puede agregar nada más después de leer esta entrada... Sólo que han logrado estrujarnos el corazón de amor por este animalito tan noble y afectuoso (como todo animal al que le brindan amor y cuidados). Queremos conocerla y emocionarnos en vivo y en directo con la misma intensidad que nos produce ver las fotos y leer los comentarios. Un beso grande!! Mamá.

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  2. Que ternuraaaaa! Parece un suenio todo. Me encanta... Mora...

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  3. Vengo de la mano de Marli.....buaaaaaaaaaaa que preciosa historia, como me reconforta el alma!!!!Felicidades Titi y flia..por el hermoso corazon que tienen :D

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  4. Má: ya tuviste la oportunidad de tenerla en vivo y en directo... Un amor.

    Mar: Si venís para las fiestas, la conocés... Luego..mmmm, no creo.

    Cathy: gracias por tus palabras. Saludos.

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