domingo, 13 de mayo de 2007

La Piedra Movediza

Ya hace doce años que dejé Tandil. Pero a pesar de que las colinas entrerrianas dejaron atrás a las sierras tandilenses y de que me encuentro muy feliz en el lugar en el que decidí quedarme, nunca dejé de extrañar el lugar que me vio nacer y crecer.
A estas alturas se estarán imaginando qué bicho me picó… tienen toda la razón del mundo. Me picó el bicho de los recuerdos. Paso a explicarles mejor:
Ayer a la tarde papá me llamó por teléfono desde el “Cerro La Movediza”. Se encontraba al pie del mismo, viendo como una grúa gigante se preparaba para en pocas horas, subir una réplica exacta de la mítica y oscilante piedra que cayó allá por 1912.
Obviamente, yo sólo ví – muchas veces, ya que “La Movediza” era un típico lugar de paseo con mis padres los sábados o domingos de tarde – los fragmentos que quedaron de ella. Siempre me emocionó pensar en cómo semejante mole (de unas 300 toneladas) pudo mantenerse por tanto tiempo allí. Los recuerdos, como les comenté, van más allá de la piedra, y llegan a tardes de juego y caminatas por los alrededores.
En estos días, Tandil sólo habla de esto. La presidencia de la nación fue quién financió todo el proyecto, y el mismo presidente Kirchner será quién presida la ceremonia de inauguración el próximo jueves 17. Más que eso, debe ser mucho más interesante ver cómo harán para subirla. No se imaginan lo que daría por estar allá. Será como ver un pedacito de historia volver en el tiempo.
De paso, leyendo diferentes artículos en internet, encontré uno que me llamó particularmente la atención. Escrito por Néstor Dipápola, el artículo narra con un estilo muy particular, la historia de la piedra. Los invito a que lo lean. Se llama ¡Y UNA TARDE DE FEBRERO LA PIEDRA MADRE DECIDIÓ DECIR “BASTA”!Está muy bien escrito. De paso, esa página está dentro del sitio oficial que organizó la municipalidad. Denle una ojeadita también.
Y bueno, todo esto me trajo el recuerdo de la emoción que me da cada vez que estoy llegando a Tandil y a lo lejos empiezo a divisar las sierras. Según Goldy, esa última parte del viaje se me hace muy larga, y me pongo bastante ansiosa. Extraño las vistas espectaculares de las sierras que uno pude ver al fondo de algunas de las avenidas de la ciudad. Es un paisaje imperdible.
Según los diarios locales, la ciudad estuvo haciendo la cuenta regresiva para tamaño evento. Yo ya comencé la mía: en exactamente 14 días estaré llegando otra vez allí.
Si alguna vez tuviera que dejar este lugar, y estuviera sólo en mí decidir a dónde ir, sin lugar a dudas diría que Tandil sería el lugar elegido.

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