martes, 19 de agosto de 2008

Una de cal y una de arena.

Nunca me destaqué en las artes culinarias. Eso es de público conocimiento. Las razones son tal vez, el punto desconocido. Tal ineptitud se puede poner en los siguientes términos:

- 5 ¼ tazas de falta de tiempo

- Una pizca de imaginación (y digo “pizca”, porque no se me ocurre unidad de medida menor…)

- 2 a 3 gotas de paciencia cuando la comida no va saliendo como quiero

Ojalá hubiera heredado algo del don de mi abuela Irene en este aspecto. Nunca me voy a olvidar de su “isla flotante” o el flancito casero de 12 huevos… (ya se me hace agua la boca). Recuerdo que hasta la polenta con salsa hecha por ella era un manjar. (Como nota aparte: no creo que mis nietos alguna vez me recuerden por algo así…).

Como les dije: carezco de habilidad y de tiempo. Y créanme cuando les digo que esta puede llegar a ser una combinación peligrosa.

Así y todo, tengo a mi “ayudante oficial”, quien disfruta mucho revolver mezclas, espolvorear queso y comer masa cruda (en eso sale a mí). Y lo mejor de todo es que cree que yo sé lo que estoy haciendo…

Hoy al mediodía volvimos a preparar juntos el almuerzo: una especie de tarta de espinaca. “Perdí” (si es que lo puedo considerar pérdida) muuuucho tiempo, pero también nos divertimos muuuucho. Y esta combinación de inhabilidad y pérdida de tiempo NO LA CAMBIO NI POR LA MEJOR RECETA PREPARADA POR EL MEJOR CHEF.

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