A la yegüita se la veía feliz. Y cuando escuchaba la voz de Goldy, se ponía inquieta esperando que él viniera hasta ella. Le gustaban los baños (¿se baña a los caballos como se los baña a los perros?) y cada tanto logramos que saliera a caminar un poco. Todo bien. Pero ése no era el mejor ambiente para ella. Estaba siendo criada (con las mejores intenciones y con lo que teníamos a mano) con amor, pero como si fuera una mascotita...
Pero luego, el milagro. Como resultado de una charla de pasillo entre un amigo (¡grande, Cucho!) y alguien más dimos con una familia que, sin conocernos, se ofreció a cuidar a Mora en su campo. Para hacer la historia breve: en dos días, Mora estaba yendo a lo que sería su nuevo hogar (todavía no sabemos por cuanto tiempo).
Rumbo al campo...
Carlos, la yegua y su potrillo de dos meses.
Haciendo las presentaciones... :-)
El potrillo tomando leche. Mora, ni idea qué es eso.
Mientras tanto en el gallinero....
Mora y el potrillito al día siguiente.
Veremos como sigue esta historia... :-)
Me alegro tanto! Me daba tristeza pensar en que Mora volviese a la isla tan pronto. Ojala siempre pueda estar con gente (y caballos!) que la quieran!
ResponderEliminarA mi tambien me dio ganas de llorar cuando vi que se alejaba en esa camioneta...buaaaaaaaaaaaaaaaaa....pero si es para su bien...esta buenisimo!!!!!
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