martes, 2 de septiembre de 2008

Mi marido, el políglota.

Aquellos que hablan alguna lengua extranjera saben que bajo situaciones de presión, estrés, cansancio, etc., a veces uno se puede confundir y terminar mezclando un poco los tantos: un poco de un idioma, otro poco del otro. Algunas de estas situaciones pueden ser divertidas, otras "embarassing" (que no tiene nada que ver con estar embarazados, eh... ). Jua, jua, jua.
Todavía recuerdo una anécdota de Goldy en el aeropuerto de Los Angeles, quién luego de haber terminado con éxito todos los trámites y haberse defendido bien con el inglés, bajó la guardia, se relajó y le agradeció al oficial con un buen "O BRIGADO". "¡O brigado!" ¿Lo pueden creer?
Este lunes a la mañana, mientras yo me quedé con los gordos en el hotel disfrutando de la pile y la tranquilidad, Goldy se fue a Ciudad del Este (Paraguay). Los que conocen, saben que no es un lugar muy amigable, y hay que andar con mucha cautela. Siempre se anda con un poco de nervios.
Al entrar a un local, mi querido marido notó que la persona detrás del mostrador era brasilera, así que para sus adentros imagino que pensó: "Ajá, a este le hablo en su idioma y paso como compatriota; lo tengo comprado". Luego de eso, un Goldy muy canchero, mirando al brasilero a los ojos le dijo: "BON GIORNO". "¡Bon giorno!" Simplemente, ¡¡no podés!!
Supongo que el brazuca trabajando en Paraguay se habrá acordado de la madre de este "polaco" con acento misionero pero que se las tiraba de italiano...

Salu2,

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