viernes, 22 de mayo de 2009

Gran paradoja, gran.

Durante 10 años sólo quise que Tina dejara de ladrar, o por lo menos que no lo hiciera con tanta frecuencia e intensidad. El día que la gorda se iba a algún lado con Goldy, yo disfrutaba el silencio.
Pero quién iba a decir que algún día iba a extrañar tan odiosos ladridos. Desde que la atropellaron a la gorda el sábado, no emitió sonido (ya con eso les digo de la gravedad del caso).
Pasaron los días y Tina seguía igual (además, se negaba a comer y le costaba muuuucho caminar -- una cuestión neurológica, al parecer). Pero ayer, pegó su primer ladrido dandole la bienvenida a la Fuxa que llegaba de BA. ¡No saben la alegría que me dio! Ya se le veia otro ánimo.
A la tarde le ladró a Débora y también a Goldy.
Hoy, la muy guachina me despertó cuando a puro ladrido avisaba que alguien pasaba caminando por la vereda... (no se si ya sigo con la alegría inicial).
Pero las cosas están volviendo a la normalidad: para bien o para mal... je, je, je.
Saludos a todos.

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