martes, 21 de julio de 2009

Una mujer en miniatura.

Hace ya casi dos años, en este mismo espacio, les contaba como Mati pasó de ser un prolífero mimo a un ensordecedor lorito. Poco le queda al gordo de aquellos gratos momentos de silencio, y su hermana viene por el mismo camino (sólo que más adelantado...).
En general, mis mañanas arrancan son un dulce susurro proveniente de la puerta de mi pieza: "ma-má...". También oigo pasitos lentos que se acercan a mi cama. Otra vez el susurro: "ma-má". Si tengo mucha fiaca, le digo a la dueña de esa vocecita: "Vení, quedate un ratito acá". ¡Error! A los dos minutos, tengo a una gorda inquieta practicando palabras nuevas, hablandole a las paredes y haciendo que me vaya despabilando en cuotas...
"Co-cho-la-te... cho-co-la-te... papa fita... mu-ñe-ca..."
Nos levantamos y desde allí, su vocecita -- que cuando hay enojo, compite con el rugido de un león -- se eschucha todo el día por la casa. Todo el día.Recuerdo que Mati "tardó mucho en hablar", pero cuando lo hizo, uno podía entender cada cosa que decía. Se hizo esperar... pero cuando se largó, había calidad... Je.
La gorda es un despelote. Es cierto que se hace entender, y cuando sus "palabras" no son suficientes, agrega buena entonación, movimiento de manos y ojos, señas, etc., hasta que logra trasmitir el mensaje. Pero a veces uno no entiende ni jota. Lo bueno es que un "Ahhh, que bueno, Meli..." la deja tranqui y pasa a otra cosa.
Pero bueno, lo que a la gorda le gusta es hablar, la entiendan o no... Tiene escuela, pero por sobre todas las cosas: ella es ¡UNA MUJER EN MINIATURA!

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