miércoles, 12 de septiembre de 2007

De mimo a lorito.

Hasta hace unas dos semanas atrás estaba segura que Mati tenía un don especial para ser mimo. Con lo bien que usaba su lenguaje corporal para transmitir cualquier idea, pensamiento o deseo que se le cruzara por la cabeza, yo ya estaba pensando que los fines de semana lo iba a llevar a la peatonal para que actúe un poco, pase la gorra y nos hagamos de unos pesos… 
Además de sus geniales y variadas expresiones faciales, y el uso de cuanta parte del cuerpo haga falta para que quién lo escucha entienda el mensaje, Matías hace un muy buen uso de los patrones de entonación. No se dan una idea de todo lo que es capaz de decir con solo repetir un solo sonido por vaaaaaarios segundos variándole el tono...
Pero bueno, ahora me he dado cuenta que mi hijo no tiene don para ser mimo. Tiene alma de loro. Se ha largado a hablar con todo, y no para de decir palabras nuevas. A todo le pone un nombre. A veces, las palabras le salen solas, otras luego de escucharnos a nosotros logra reproducirlas él mismo. Pero eso no es nada. El tema es que el quiere que uno lo escuche. Y guarda con que uno no le responda, o no lo mire!! Si siente que no le están prestando atención, empieza a repetir la frase hasta que logra que uno diga: “Sí, Mati, las otras 253 veces que me dijiste que eso es una silla, te escuché. Sí, eso es una silla…” Igualmente, les digo que me encanta escuchar a mi lorito hablar todo el día. Con semejante escuela, me imagino que Meli no tardará mucho en decir las primeras palabras. Además, cuando el gordo habla haciéndose el loco, ella se lo re-festeja y se mata de risa.
Y yo preocupada por que el gordo no hablaba!!! Supongo que ahora, cuando quiera un poco de paz y tranquilidad le voy a decir: “Mati, ¿que te parece si jugamos al dígalo con mímica? Es súper divertido…!!!”

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