sábado, 26 de enero de 2008

Hay amores que matan.

Con cada cosa que hacen los gordos, cada reacción que tienen frente a algo, cada mirada o gesto, indefectiblemente con Goldy tratamos de ver “de quién lo heredó”. (Y acá no entran en juego sólo los genes que pusimos los padres, sino que la cuestión llega hasta abuelos, bisabuelos y demás ascendencia. Como si los pobres no tuvieran nada que fuera propio)… Pero deben reconocer que toda esa búsqueda de orígenes es muy divertida. Por eso en casa se pueden escuchar referencias – algunas triviales e inofensivas; otras no tanto -- como las siguientes (nuestras y de cuanta persona llegue a casa y haga algún comentario acerca de los niños):

“Los rulos de Mati, definidamente son “Bonavetti”. Titi tenía algo de rulos de chiquita, pero tendrían que ver a su primo Pablo. ¡Esos son rulos!”

“¿Y cómo no querés que Mati sea inquieto con los padres que tiene? (acá caímos los dos en la volteada). Goldy siempre andaba trepando algún árbol, y vos no caminabas: te desplazabas a todos lados haciendo la medialuna.”

G: “Esa impaciencia para todo, Meli la heredó de vos… “ (el tono se lo ponen ustedes, jejejejeje)

T: “Si el gordo es terco, es porque tiene escuela…” (ídem comentario anterior…)

“Meli es igual al padre: mismos ojos, mismas orejas…”

“Meli es igual al padre, pero los ojos son iguales a los de la abuela Gladys.” (el tema orejas: indiscutible… J )

“El Mati es bichero igual que el padre. Y sí, entre la cantidad de “mascotas” que tenía se encontraban animales tan variados como tiernos conejitos y temibles anguilas.”

La lista podría seguir y seguir, pero para no aburrirlos, simplemente me voy a permitir contarles una anécdota de hace un ratito en relación al último comentario. Si bien me encanta que Mati sea “amigo de los animales”, yo promuevo amistades con perros, gatos y alguna que otra tortuga. En cambio, Goldy lleva los lazos de amistad más lejos y la verdad es que a veces se me ponen los pelos de punta.

Luego de la cena Mati me pidió la linterna (esas que se ponen en la cabeza) porque quería ir al garaje con Goldy. Pero nunca llegó porque se entretuvo buscando y admirando bichos en el cantero. La primera vez que me llamó fue para que viera a un caracol. Pasada la emoción (¿hace falta que aclare que era la suya y no la mía?) volví adentro. Dos minutos más tarde me volvió a llamar para que viera a otro “caracol” “¿Pero dónde está su casita?" me pregunté en mis pensamientos para ocultar mi ignorancia, al ver un pedazo de carne gomosa que se movía por el piso dejando un caminito brillante y también gomoso a su paso. (Asegurándome que Goldy no lea esto, les confieso que pensé en la posibilidad de que mi patio pudiera albergar ¡¡sanguijuelas!!) No pudiendo entender si lo que estaba en frente a mis ojos era “el eslabón perdido” (perdido por las páginas que salteé leer de mi libro de biología, por lo menos) o algún caracol que había hecho abandono de hogar, decidí acudir a Goldy-enciclopedia-andante para que aclarar la cuestión. Todavía ocultando mi ignorancia, y frente a los ávidos ojitos de Mati dije: - “Mirá lo que encontró TU hijo…” “- Ah, una babosa; qué linda. ¿Viste Mati?”

Aclarada la cuestión Mati me hizo sentar a su lado (de la babosa, claro) mientras le acariciaba su gelatinoso cuerpo. El la miraba con el mayor de los asombros; yo con la mayor repugnancia y deseando que el tiempo pasara pronto.

Y esto, amigos es algo que Mati ¡¡¡NO HEREDÓ DE MI!!! Con suerte, Meli preferirá jugar con Tina o con el conejo de los vecinitos de enfrente…

Nota: Si creen que exagero en mis “DESconocimientos” en lo que respecta a flora y fauna, hagan click aquí para que vean que tengo razón…

No hay comentarios:

Publicar un comentario