lunes, 28 de julio de 2008

Un mutante entre nosotros.

Creo que mi hija es un mutante. Si bien es cierto que la carga genética que heredó por parte de sus padres la inclina a comer lo que venga, a la hora que sea y en cantidades importantes, tengo sobrados motivos para creer que tantos años de Goldy andando de acá para allá con peces, haciendo que tengan cría, cuidándolos del frío, el estrés y el estreñimiento como si fueran un hijo más, ha transpasado los límites conocidos de la biología y ha llegado a tener su efecto un par de generaciones después en Melisa.

Naturalmente, los peces comen hasta que se les acaba el alimento que tienen en frente y no hasta que sienten que han ingerido suficiente. No le pregunté a Goldy, así que no se si esto se deba a una cuestión puramente fisiológica o a una in-capacidad mental para "entender" cuando es suficiente…. Según dicen, los peces no son de los animales más inteligentes… (y si no, recuerden el chiste del gallego y el dicho "mente superior domina a mente inferior"…).

Pero bueno, antes de irme más por las ramas: creo que la gorda no vino dotada anatómicamente con lo que sea que hace que un ser humano luego de comer en exceso pueda sentir algo de saciedad y decir "basta". Al igual que a los peces, Melisa comería todo el día hasta (literalmente) reventar.

No es casualidad que una de las palabras que repite con más frecuencia durante el día, abriendo y cerrando su boquita de forma redondeada (oh, casualidad…) sea "ñam-ñam" (comida, morfi…). Es raro tener que decirle a un hijo: "Basta, ya comiste suficiente. No más "ñam-ñam." Pero imaginen ese pobre estómago que no tendría descanso: ¡su vida sería un proceso de digestión constante!

Recuerdo que con Mati fue algo similar, pero no creo que haya llegado a estos extremos. Si bien yo podría picotear todo el día, a veces me cuido* un poco para darles el ejemplo a los gordos de lo que es "comer bien y no entre horas"… :-o

Pero Melisa no para. Cada vez que ve comida, indefectiblemente la quiere. Si le doy, pide más. Es el cuento de nunca acabar…

Bueno, por ahora este tema no pasa de una simple anécdota. Supongo que su calvicie también es cuestión de genes. Ahora, si en vez de pelo veo que le empiezan a crecer escamas, supongo que me tendré que preocupar más…

*Por "cuidar" entiéndase en este caso: comer, pero a escondidas… jua, jua, jua, jua!!!!!!!!!!!!!!!!

Y hablando de cuentos que nunca acaban:

¡NO SE OLVIDEN DEL CUENTO DE LA BUENA PIPA!

¿Quieren que se los cuente?

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