Si sos hombre, posiblemente habrás dicho: verde.
Si sos mujer, seguramente dijiste: es un pantalón verde oliva muy lindo. (Sí, seguramente fuiste más exacta en tu respuesta con respecto al color, pero SEGURAMENTE TAMBIEN no pudiste evitar dar tu opinión – absolutamente irrelevante si recordamos cual era la pregunta. Pero bueno, eso es tema aparte…)
La diferencia de la que quiero hablar hoy con respecto a hombres y mujeres es del vocabulario de los colores. Alguna vez leí que el ojo del hombre no puede distinguir tanta cantidad de colores como el de la mujer. Pero si pudiera, carecería de vocablos. Es como si ellos funcionaran con 8 bits (como los primeros monitores colores, esos de 256 colores). Nosotras, ya andamos en los 32…
Piensen que para un hombre el azul es azul, mientras que para nosotras hay azul marino, azul cielo, azul eléctrico, azul petróleo, etc. Para un hombre el verde es verde, pero nosotras sabemos que hay verde musgo, verde manzana, verde loro, verde seco… y la lista podría continuar. Un hombre zarpadamente inspirado podría hablar de un rojo claro o de un marroncito.
Para nosotras nunca habrá un sumbarino amarillo; sí uno amarillo patito. Un tractor amarillo está fuera de la ecuación, aunque podríamos pensar en uno amarillo canario. Tampoco podemos considerar una pollera como simplemente amarilla, aunque en el caso de la de la Bomba Tucumana podría andar – especialmente considerando que tenía otros atributos, pero que no vienen al caso.
Las mujeres tenemos aéreas grises hasta con el blanco y el negro: uno puede ser tiza y el otro azabache. Si nos dejamos llevar, hasta podríamos describir los infrarrojos y los ultravioletas (seguro habría un infrarrojo pasión y un ultravioleta uva…)
Pero bueno, a las palabras se las lleva el incoloro viento, así que pongan éstas a prueba. Después me cuentan…*
Pero me cuentan, eh… No se me hagan los fiacas.
* Yo lo he hecho con Goldy, y funciona cada vez…
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