martes, 30 de diciembre de 2008

Jugale al 38...

Hubo una época en las que los talles de la ropa iban del 32 al 60 y nadie ponía a estos últimos bajo el rótulo de especiales. Hubo una época en la que los talles no variaban de acuerdo a la marca. Hubo una época en la que los números de los zapatos no variaban de acuerdo a la horma. Pero eso ya quedó en el olvido.
Por empezar, si alguien quiere comprar alguna prenda talle 46 o más, tiene que empezar a dar vueltas como loco para encontrar un lugar que las tenga. Por otro, el resto de la numeración parece haber perdido esa invariabilidad que la caracterizaba. Ni que hablar en cuestión de calzados.
Hasta hace un tiempo, si yo quería comprarme algo pedía talle 38 y se-gu-ro me iba. Ahora tengo pantalones que van desde el 36 al 42 y todos son del mismo tamaño. Cuando me preguntan: “¿Qué talle sos*?”, respondo: “Mirame y calculá.”
La medida de mi pie siempre indicó que yo era “un 38”, sin importar si era para zapatos, zapatillas, sandalias o patas de rana. 38 y punto. Pero ahora tengo algunas sandalias 39 y mis ojotas son ¡39/40! Y hoy casi me compro unas chatitas que eran ¡37!
Si esto ya es complicado, ahora algunos fabricantes de calzados (para enfatizar la idea de globalización, imagino… o para darse aires de que exportan a todo el mundo) marcan una gran variedad de números. Por ejemplo: Eur 40/41, Bra 39/40, USA 6/7 y si tenemos suerte, por ahí dice ARG 38 (si no, cuenta el de Brasil menos uno, creo).
Digo yo, ¿hay necesidad de enmarañar tanto las cosas? A esta altura de mi vida, con mis 21 añitos (¡si!, yo también cambio la numeración si quiero, ¿y qué?) no tengo ganas de que me compliquen de esta manera. He dicho.
Saludos a todos y buen martes.
* El tema de “ser” un talle, tal vez daría para una entrada aparte.

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