sábado, 9 de febrero de 2008

El genoma humano

El otro día publiqué un post que hablaba sobre la transmisión de genes que se da de padres a hijos, de abuelos a nietos y, por qué no, de tíos a sobrinos. (Si no lo leyeron, hagan click acá para hacerlo).
Relacionado a eso me viene a la mente una anécdota de Sebastián (de ahora en adelante: Momo J ) de hace unos años atrás… de esa época cuando el pibe no quedaba un minuto quieto -- y cuando lo hacía, tampoco era de confiar… Vale aclarar aquí, que también tenía inclinación por la piromanía así que, que estuviera “tranquilito” detrás del sillón podía significar que estaba prendiendo fuego la cortina… (jua, jua, ¿te acordás?).
Bueno, volviendo al tema de la anécdota: un domingo salimos con papá y el Momo a jugar con un boomerang que acabábamos de comprar. Todos probamos nuestro turno. Sólo papá tenía la “suerte” de que el boomerang, obediente como ninguno, volviera siempre a su lado. Bueno, es que los padres siempre logran que se les obedezca… O por lo menos eso creíamos con el Momo en ese entonces…
La cuestión es que para mi hermano, esperaaaaaar que el boomerang volviera era muuuuuuuy aburrido; una pérdida de tiempo. Fiel al diagnóstico de hiperactividad que oportunamente le diera el pediatra a mamá, esperó que papá tirara el boomerang para salir corriendo a su encuentro. Y lo encontró…
Lo encontró su tabique, que inmediatamente se abrió en dos para dejar salir una impresionante cantidad de sangre. ¡Para hacer una historia larga breve, les cuento que terminó en el médico, quién le hizo una “sutura” con “La Gotita” y lo mandó a quedarse quieto. (Sí, claro).
Ayer volví a ver esos genes en Mati, quién decidió que salir por la puerta de su nueva casita era muuuuuy aburrido. Ahora sí, treparse al carrito de Meli y saltar por la ventana parecía mucho más emocionante. Lo que no emocionó fue la caída, que entre golpearle “sus compañeros inseparables” y la pierna, le dejó un tajo en la cabeza que, al igual que aquel domingo pero sin tanta sangre, necesitó una “sutura” de eso que nada, nada lo despega. También le ordenaron que se quedara quietito y también hizo oídos sordos para jugar a los saltos sobre la cama con Agus (la hija de “Doc”-te-salvo-en-todas, Cucho García). No podría haber sido más similar…
Si a Mati no le bastaba con los genes que heredó de sus progenitores, también le tocó un poco de su tío. Me asusta lo de Meli, que además de los genes que ya se hacen notar, tiene gran escuela de su hermano.
Al Momo le sucedió esto cuando tenía 8 años. Yo ligué mi primer “gotita” ya entrada en la adolescencia… ¡¡Pero Mati todavía no cumple 3!!
Señores, ¿me quieren matar del estrés?
¡¡¿¿Alguien tiene un Rivotril??!!

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